Niebla (Miguel de Unamuno) Mi análisis de la obra
- Renata de las Heras
- 31 may 2018
- 4 Min. de lectura

Don Miguel de Unamuno, representante de la Generación del 98, nos trae en sus obras la imagen de la España social, religiosa, moral y económicamente decadente, frustrada por la pérdida de las colonias que lleva a los literatos de la época a profundizar en las grandes cuestiones. En el caso de Unamuno, además, confluye con sus cualidades “agónica” como el hombre que lucha y se cuestiona todo y la “contemplativa” que le llena de serenidad.
Unamuno, en su Niebla transmite con grandes dosis de humor sus conflictos existenciales su permanente dualidad ante la existencia humana, amor-odio, vida – ensoñación.
Las páginas de Niebla nos sumergen en un río de humor, que aborda lo satírico y desemboca en tragedia. La obra nos presenta a su autor en la más amplia controversia del hombre que se siente un Dios y un hombre-títere en mano de los designios del Autor[1] en “la comedia de la vida donde somos espectadores y cómicos”[2]. La lucha con el creador y la conciencia de haber sido creado. La existencia no es más que parte de una nívola[3] en la que Unamuno creador revela a su personaje principal, Augusto su falta de libre albedrio[4] y en esa dualidad en que el autor se sumerge será el personaje de ficción quien desmitifique la importancia del creador revelando la inmortalidad del pensamiento frente a la relatividad del sujeto[5]. Niebla es el sueño que se convierte en realidad. Todos somos finitos en la Niebla que es la vida.
El escenario por el que discurre Niebla es el amor en sus diferentes estados que nos sacude y despierta de la vida contemplativa. “Augusto paseante de la vida[6] se convierte en un ser agónico que despierta al amor[7]. Un escenario inconsistente, el del amor que se cimenta en escenarios físicos, la calle donde confluyen los sentimientos[8]. El club donde, los personajes juegan al ajedrez, que es el juego de la vida y preparan estrategias y los hombres son confidentes. La casa de la amada donde se urden las mentiras y las trampas. El hogar que es cenicero si no es compartido con la persona amada. La iglesia como refugio y hogar donde curarse de desengaños y encontrar ilusiones (Capítulo XIII)
Una novela inusual desde su propia concepción donde prólogo y epílogo son parte de la obra per se. No se concibe Niebla sin leer el prólogo de Víctor Guti, personaje de ficción de la propia novela a quien Unamuno se refiere en el epílogo. Ni se pueden entender los XXXIII capítulos sin deleitarnos en la Oración fúnebre a modo de epílogo donde la personificación de Orfeo, el perro de Augusto, personaje central de la obra, es magistralmente humanizado en un profundo soliloquio[9] que le lleva a profundizar en su propia esencia “siento que mi espíritu se purifica al contacto de esta muerte, de esta purificación de mi amo, y que aspira hacia la niebla en que él al fin se deshizo”.
Una obra que abre en diálogos y discurre trepidante para pausarse en las diferentes etapas del amor y de la concepción de la mujer como madre, hija, esposa amante, Mujer en mayúsculas como alma colectiva y el alma como manantial que se revela en lágrimas[10] . El alma con sus facultades inteligencia e imaginación representada en Eugenia, de sentimiento o corazón, Rosario y de voluntad Luduvina (pág. 219)
El lenguaje de Unamuno cuajado de figuras literarias, el azar como alma de la poesía, la nube sangrienta de ocaso para referirse a la muerte por tuberculosis del padre.
De apoyos al mundo onírico, Augusto es el águila depredadora y la amada los ojos[11], y a la mitología como el águila de Patmos o la lechuza de Minerva[12] nos envuelve en una lírica cuidada y preciosista cuajada de neologismos topofobia (odio al lugar donde uno se encuentra o filotropia (afición a visitar lugares nuevos)[13] .
Unamuno se recrea en modificar además la ortografía utiliza recojerse por recogerse[14] o incociente por inconsciente recuperando palabras utilizadas en sus Observaciones sobre la reforma de la Ortografía.
El uso del presente y de los diálogos transmiten lo coloquial, el mundo en el que se desarrolla la obra y que nos remite a conceptos nuevos, el feminismo, el anarquismo, el pragmatismo de la clase trabajadora la psicología y la ciencia experimental (pág. 223). A penas unas descripciones de un paisaje repetido nos procuran remansos en la lectura como en el río de la vida.
Una obra cuajada de belleza en la que el autor se convierte en personaje y nos abre las puertas para acceder a su pensamiento sobre los sentimientos más exaltados. El desengaño amoroso y el despertar al amor y al desamor (pág. 187). El diluirse en la masa y reivindicar el derecho a la propia existencia “¡Yo soy yo! (página 188)
Unamuno nos entrega un texto lleno de humor y poesía, de amor y celos fantasía y tragicomedia conviven en perfecta armonía y nos remiten a la preferencia del mundo imaginado frente a la consciencia de la vida y la muerte.
BIBLIOGRAFÍA
Niebla – Edición de Mario J. Valdés (Cátedra)
[1] Se escribe Autor con mayúsculas a propósito porque en esta obra Unamuno se representa como el Dios creador de personajes capítulo XXXI págs. 253 a 261 de Niebla – Edición de Mario J. Valdés (Cátedra)
[2] Pag 249 Niebla
[3]Concepto nuevo del escrito para identificar su obra y salirse de los cañones de la literatura de la época
[4] Página 255
[5] Página 254
[6] Página 86
[7] Página 95
[8] Página 93
[9] Páginas 273 a 278 – Oración fúnebre a modo de epílogo
[10] Página 158)
[11] Página 104
[12] Página 100
[13] Página 85
[14] Página 85, 100
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